Círculos, ella. (II)
Siempre corriendo, ¡mundo loco en esta cuidad burbujeante!: “que no llego, que no llego…” No ha cambiado con los tiempos, todos con prisas para no llegar a ningún lado que no hayan estado antes. Empuja un caballero con modales de equino. ¿O será el conejo del cuento de “Alicia en el País de las Maravillas”?
El tercer vagón a punto de despegar. Siempre me subo en el tercero, tiene una rampa en vez de un escalón y me resulta más cómodo. Rápido, rápido, que se cierran las puertas. El año que viene pediré que me destinen a una ciudad menor o a la provincia donde el tiempo vaya más despacio.
No me gusta especialmente el metro. Aunque por las mañanas la gente suele oler mejor que por las noches, y en invierno mejor que en verano. A menudo flota una mezcla caótica de perfumes que perforan cualquier nariz. Intento diferenciar cuál es cuál y juego a adivinar las marcas.
Me espera un duro día de trabajo, pero me gusta enseñar a los niños. Disfruto porque me siento más segura en su mundo irreal que en éste. Suelo recordar por las mañanas las anécdotas de los críos y sus preguntas simpáticas y a sus ojos lógicas. Lo de «a sus ojos» es metafórico, ya que son ciegos o con altas deficiencias visuales. Tienen sed de aprender y descubrir, entusiasmo que me contagian. Cada mañana en este breve trayecto en que dura el viaje hasta el colegio ideo algún juego, invento algún cuento; planeo en definitiva cómo hacer la clase divertida, para tenerles entretenidos.
Uff, que calor hace aquí dentro. Oigo la voz de la locución. Ya estoy en la parada próxima al colegio. Aquí debo apearme. Cuento uno, dos, tres pasos y desciendo la rampa. Ahora el pasillo que me lleva hasta la escalera. Cuento uno, dos, tres…. veintidós escalones. Soy una gran experta contando. Ya nadie me compadece, ni me tratan de forma especial. Estoy orgullosa de haber aprendido a pasar desapercibida. Me propuse aprender a manejarme sin bastón y lo he conseguido. Un propósito propio de Nochevieja realizado. Es mas habitual por razones obvias que la mayoría de los mortales opten por dejar de fumar o hacer deporte.
Suena la sirena y he inventado un cuento que habla del olor del sol y del color de la lluvia.
Por Ana Guzmán
Muy chulo. Quizá un poco "rápido". Podrías haberte recreado un poquito, porque es un relato muy acogedor de leer. Gracias.