El tarot como camino interno

Siempre me ha llamado la atención lo paranormal, lo oculto, lo esotérico. Aunque siempre desde una visión muy escéptica. Desde los programas del Dr. Jimenez del Oso y revistas como Año Cero, Mas Allá, Enigmas y un montón de libros que he leido. Supongo que por influencia de mi padre.

Uno de los temas que más me atraen es el tarot, y no me refiero al tarot como método adivinatorio. Rechazo que nadie pueda adivinar tu futuro o reseñar actos de tu futuro, más allá de lo predecible o intuible (si te tiras de un 10º piso es predecible que te mates) o de tu pasado. Pero el tarot es mucho más que eso: es una forma de autoconocimiento, y de autoanálisis. A través de las láminas, de las proyecciones y asociaciones libres que haces sobre un tema en concreto puedes clarificar tus ideas y explorar tu inconsciente. Espero con cierta impaciencia el libro «La vía del tarot» de Jodorowsky, para profundizar en el tema. Aunque no es un autor que me suela gustar (lo de la psicomagia no me va nada), hay cositas que sí me resultan interesantes.

La historia del tarot se remonta al antiguo Egipto, y ha evolucionado mucho con cada una de las culturas y civilizaciones por las que ha pasado. Hay muchas variaciones, aunque a mi me gusta el clásico tarot de Marsella.

El tarot son 78 cartas o láminas, divididas en arcanos menores (los palos que solemos usar para jugar lúdicamente) y 22 arcanos mayores. Arquetipos. A mi me gustan estos últimos, aunque la mayoría coincide en que los primeros son más útiles.

 

Fecha de publicación: 15 de junio de 2005.

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