La brecha digital
Desde el momento en que me empecé a interesar por los ordenadores, internet y la tecnología, he podido percibir la enorme diferencia que surgía entre saber o no saber de ello en mi familia más cercana, mis compañeros de Universidad, amigos, colegas, etc. A los que apoyar su vida diaria en la tecnología no les provocaba la menor motivación. De hecho los amigos con los que comparto este interés los conocí en su mayoría online. Para los primeros, internet se ha convertido en un problema. A mi me ha abierto muchas puertas.
Lo que en principio era una curiosidad de unos pocos, útil, pero completamente accesoria, se ha enraizado en la sociedad hasta un punto en el que no manejarse en internet significa estar en desventaja social. El término Brecha Digital es antiguo, de los años ochenta y hacía referencia a la falta de infraestructuras de telecomunicaciones de países en desarrollo. Se ha discutido y ha evolucionado mucho éste tema hasta llegar a hablar en nuestros días de otro término, que es el que en realidad me ocupa: analfabetismo digital. Este término hace referencia a un desconocimiento de la tecnología que impide a algunas personas la posibilidad de acceder e interactuar en la sociedad de la información. Aunque algunos autores piensan que esto se solucionará con el impulso del sector tecnológico en el mercado, la realidad es que hay mucha gente que se está quedando atrás por razones de edad o socioculturales: La dificultad de acceso, económico y/o de conocimientos, de personas a las TIC, en grupos en peligro de exclusión social o no – conozco médicos que sudan frío si el ordenador de su consulta pierde un icono en el escritorio – dificulta sus posibilidades de desarrollo personal. Frente a ello, los niños y adolescentes crecen de forma nativa en un mundo tecnológico en el que una gran mayoría de sus padres y educadores no saben manejarse. Por no hablar de la productividad, algunos amigos han perdido la mañana entera en trámites que puedes realizar en minutos online.
Además de esta realidad, en el mercado se ha impuesto la presencia en internet y en redes sociales. Las búsquedas de información comercial se hacen en Google, o en Facebook o Twitter antes que preguntando a los vecinos o lugareños. Hay que estar en internet, hay que estar en la Web, hay que estar en las Redes Sociales. No escribo esto para emitir un juicio sobre si esta realidad es mejor o peor que otras. Es la realidad en la que vivimos, y no estar en ella no es una opción.
Ésta situación, unida a mi descontento con el sector que elegí para mis estudios, el sanitario, me ha llevado a concentrarme en el estado actual de internet y darme cuenta que la única constante en mi desarrollo personal ha sido el estar en este mundo, que nació con la etiqueta virtual para separarlo del real y que en el presente ha pasado a ser uno con éste. Considero firmemente que mi desarrollo profesional y personal está aquí. Sobretodo para aprender, para contribuir a acercar las tecnologías a los que las sienten lejanas y, por qué no, para vivir de ello.
Al fin y al cabo llevo muchos años siendo eso que a algunos expertos tanto les molesta: “el primo/amigo/compañero/sobrino/añadirotrorolaquí que sabe mucho de eso” y que a partir de ahora denominaré como Personal Technology Consultant que es más cool 😉
Con esta inspiración surge este blog, que versará sobre internet, redes sociales, tecnología de la información, desarrollo web, etc. desde un punto de vista reflexivo. Sin intención de dogmatizar, o hacer listas de imprescindibles, sino de utilizar la red para aquello que la ha hecho imparable: emitir una opinión personal que cualquiera pueda leer. Emponderar.
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