No puedo dormir

No puedo dormir. Tengo que sacarme esta imagen de la cabeza.

Algunas mañanas en el autobús me encontraba con una madre y su hijo. Una madre mayor, un hijo de 5 o 6 años. No lo se. Licenciándose de guardería o novato de primaria. No es buena señal, si coincido con ellos suele significar que he perdido un autobús y llego tarde. No hubieran llamado tanto mi atención si el niño no fuera tan parlanchín y mandón y ella tan permisiva y cariñosa hasta empalagar. Mi amor. Mi niño. Cariño. Cielo. Vas a criar un idiota, me hacían pensar. Hacía tiempo que ya no los veía. Duermo mejor. Salgo antes. Pero aún así en estos meses me los había cruzado alguna vez. Al niño mandón, pero no a su madre. A su abuela. Presumo. Esta mañana he vuelto a ver a la extraña pareja. Madre e hijo. El hijo mandón, independiente. Yo lo hago sólo. No me sujetes. A ella, con un pañuelo tapando los inconfundibles mechones de pelo resultantes de estar o haber estado en quimioterapia. Y ese niño pequeño clamando por su independencia, y esa madre empalagosa. Y yo escondiéndome en mi Kindle. Puede que todo salga bien. O puede que no. Es demasiado pequeño para ser consciente de que podría quedarle muy poco tiempo con ella. Es demasiado pequeño para darse cuenta de que no es el momento de independizarse. Es demasiado pequeño para darse cuenta de que ella no quiere que le sueltes la mano, quiere que la abraces y le digas que la quieres. Puede que todo salga bien, puede que no. En cualquier caso él es demasiado pequeño para poder recordarlo. Es demasiado pequeño para que ese recuerdo, el de no haber estado a la altura, le atormente el sueño el resto de su vida.

Ya lo he soltado. Dejadme dormir.

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