Segregación sexual

Nací en 1976, tengo 42 años y por tanto he sido educado para ser machista. Ser feminista es una elección que requiere reeducación para mi. De hecho estudié en un colegio segregado. Era un colegio de Jesuitas sólo de chicos, salvo el último curso (COU, 1994) previo a la Universidad. Aún recuerdo las pobres compañeras de COU que tenían que pasar, tras el recreo de media mañana, por el pasillo de tercero de BUP (el curso previo a COU) para llegar a sus clases. Ahora me parece tan ridículo. Mi hermano, cuatro años menor, también fue al mismo colegio, pero su curso fue el primero mixto. No segregado sexualmente. Desde el primer año de estudios hasta el último, doce años después, fueron el primer curso de chicos y chicas. Me pregunto desde su segundo de BUP como verían al último tercero de BUP de sólo chicos que tuvo compañeras en el curso superior y en el anterior, pero no en el propio.  Supongo que como contemplar al último Neanderthal.

Tenía 13 años cuando el muro de Berlín cayó y 17 cuando cayó el Apartheid de Sudáfrica, y como seguidor de series y películas estadounidenses tengo en la mente las imágenes de la Ley de derechos Civiles de Kennedy en 1964, que imponía el final de la segregación racial en los Estados Unidos de America. Esas imágenes de chicos y chicas afroaméricanos siendo acompañados a colegios blancos con protección policial que ha sido usada tantas veces. Tenía 29 años cuando se aprobó la ley de matrimonios entre personas del mismo sexo en España. Y 42 años el 8 de marzo de 2018 en la primera huelga feminista de mi país. Y es que, aunque las antiguas  fotos de fuentes de agua para personas de distinta raza nos escandalizan, espero, la imagen de portada de este artículo nos parece de lo más normal.

Reeducarte de una mentalidad machista, de segregación sexual en la que se establecen dos roles sexuales tan diferenciados que es necesario definir desde el nacimiento si el nuevo humano es masculino o femenino es difícil, pero posible. Actualmente me posiciono como feminista. Sin peros de ningúna clase. Y eso hace que ver el final de la segregación sexual sea una de las cosas que espero ver antes de morir. Junto al Primer Encuentro Alienígena. Desgraciadamente puede que lo segundo sea más probable.

El final de la segregación sexual significa la prohibición explícita de cualquier tipo de separación por motivo de género ya que esto significa aceptar que existen roles masculinos y femeninos, y eso de hecho es reconocer que no somos iguales. Y somos iguales. De hecho, la simple asignación de sexo ya sería discriminatoria. En este momento usted podrá pensar: es que somos distintos biológicamente. Sí. Y las razas entre sí. Y los humanos en general. Pero vemos negativo y nos escandaliza segregar por razas mientras que asumimos la segregación entre masculino y femenino. Lo cual además es el germen de la discriminación por orientación sexual, etc.

El final de la segregación sexual que quiero ver implica todo esto:

  • En ningún documento oficial o no, salvo quizás los historiales médicos, se hará referencia a si la persona es mujer u hombre. No hace falta definirlo.
  • No separar baños, duchas, urinarios en colegios, gimnasios, ejército, etc. por sexos.  La normalización del cuerpo de los demás, del sexo biológico propio o contrario.  Los baños, vestuarios o duchas lo que tienen que tener son cubículos  para poder orinar, defecar o ducharte a solas. No se por qué debo aceptar como hombre que el tener que orinar o que desnudarme en general delante de una mujer es más incómodo que delante de otro hombre. El desnudo puede requerir intimidad o no, pero no es menor la perdida de intimidad por coincidir en sexo biológico con la persona extraña.
  • No separar por sexos premios o deportes.

    No se podría separar entre premios al mejor actor o a la mejor actriz. De hecho surgirían probablemente  nuevas palabras y nuevos fonemas. Sino premios a la mejor actuación, como lo son a la mejor dirección, o producción, o maquillaje o fotografía.

    Y por supuesto no podría separarse las federaciones deportivas en ligas masculinas o femeninas. nada de NBA y WNBA, y el Real Madrid – Barsa con dos equipos mixtos.  Algunos deportes se podrían seguir separando por pesos, como el boxeo, pero sin segregación sexual. Si «das la talla» la das. Claro que habrá deportes en los que destaque alguno de los sexos biológicos, pero bueno entre lso diez hombres más rápidos del mundo no hay «blancos» y no se nos ocurre hacer los cien metros lisos para «blancos» y para «negros» en dos modalidades.  Al principio habría que crear algún sistema de cuotas, como aquellos niños y niñas acompañados por la policía a los colegios segregados por raza. Pero con el tiempo se normalizaría.

  • No habría tiendas de ropa femenina o masculina o secciones segregadas en las tiendas de ropa. Eso no significa que la ropa de hombre y de mujer tenga que estar junta. Es que NO habría ropa diferenciada por que NO habría roles. No existirían los términos «ropa de hombre» y «ropa de mujer». Yo envidio los vestidos vaporosos y amplios de mis compañeras, qué fresquito con los cuarenta grados a la sombra de mi tierra. Pues nada pantalón y camiseta, mi educación me paraliza. Que tristeza.  Cada cual se vestiría según la moda o lo que le apeteciera, pero sin roles y por tanto sin separar.   Cualquier prenda podría ser llevada por cualquier género biológico. Porque no habría roles sexuales separados para hombres y mujeres, ni de colores, ni de formas, etc. Y por tanto, por simple definición, se acabó el travestismo, aunque siempre nos quedaría el travestismo vintage.
  • Obviamente ninguna diferencia salarial, ni de oportunidades.
  • Nuevas palabras, nuevos fonemas. Al final el uso se impondría ¿O piensa usted  que el castellano actual suena igual que el del Siglo de Oro?.

 

Photo by Juan Marin on Unsplash

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