La fotografía me ayuda comprender el mundo
Es así, desde que empecé a hacer fotos y profundizar en este arte me ayuda a no emitir juicios, y a no dejarme llevar por los prejuicios, a ser capaz de observar los matices que hay entre los extremos, a los que tanto se tiende en nuestros días.
El mundo no es bitonal, no es blanco o negro, verdad o mentira, amor u odio, luz u oscuridad. Tiene matices, y esos matices son la diferencia entre comprender algo o no conocer nada. El mundo es muy complicado, es una imagen llena de colores y de tonalidades. Hay que ser un experto en un tema para llegar a comprender tantos matices así que el común de los mortales, entre los que me encuentro, admitimos que para hacerlo es mejor reducir lo que vemos a blanco y negro y eso está bien, porque ayuda. No me estoy contradiciendo, yo no hablo de blanco o negro, de bitonalidad, sino de blanco y negro, lleno de matices de grises. Cuando quitas el color, puedes concentrarte mejor en comprender que está pasando, en lo esencial, aunque pierdes buena parte de la información. Tu cerebro está menos mediatizado por las aversiones que produce la percepción de ciertos colores (el rojo es un color que pone en alerta, es el color de la sangre, etc.) pero como tiene que ver el mundo en color, colorea tu percepción.
En esa reducción es donde hay que esforzarse. Esforzarse, como en fotografía, en que haya las menores zonas quemadas, completamente blancas, posibles. Y las menores zonas subexpuestas, completamente negras, empastadas. Que en cada porción de la imagen podamos capturar texturas, matices, información de la realidad, y el menor ruido posible.
Las personas con moral más estricta verán blancos y negros mas contrastados, blancos más quemados, negros más empastados. Los que no tienen moral verán fotos sin contraste, grises y pobres, sin brillo y planas, en las que todo parece lo mismo. Los que quieren comprender el mundo, mas allá de su moral, pero sin olvidar cierta ética, queriendo aprehender verán un mundo lleno de matices de grises, con blancos que nunca son blancos puros y negros que no se empastan… apenas.
Pero siempre hay que tener en cuenta que la realidad es en color, que sin esa variedad de color no podremos comprender todo lo que vemos, y que cada persona capta los colores de forma distinta, por lo que su interpretación es tan importante como la mía, porque la complementa y me ayuda a comprender.
Por esto cuando veo el mundo, procuro buscar esos matices, huyendo de caer en conceptos como bueno o malo, que convierten el mundo en una caricatura de si mismo. Primero lo miro en blanco y negro, intentando comprender qué está pasando,los matices de grises, quienes son los protagonistas, dónde estoy… y después me atrevo a poner a prueba mi mente y dejo entrar el color, lo más difícil, para comprender los detalles lo mejor posible y, con suerte, descubrir que tengo los ojos y la boca muy abiertos por que acabo de aprender algo.
Cuando hablamos del mundo en términos de dicotomía, moral o ética, etnocéntrica, en atención a nuestros miedos, prejuicios, etc. vemos el mundo como en la primera foto. Y nos perdemos tantas cosas. Nos perdemos a tanta gente interesante.
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