Por qué la gente brillante es la que más aplaza sus decisiones
Hace algún tiempo ya empecé a leer e interesarme por el método GTD (Getting Things Done) que desarrolló David Allen, en su libro “Getting Things Done” en el 2001. Aunque yo llegué a través del blog de Berto Pena (ThinkWasabi), qué también me hizo llegar a su libro target=’_self’ class=’blog’ >“Gestiona mejor tu vida” (libroslibres, 2009). Así que ahora, sacándolo de mi carpeta de “algún día” me he decidido a leer el original del método, que me ha resultado muy interesante en general. Y había un apunte en concreto que me ha llegado al alma (ya tuve la ocasión de escribir sobre la procrastinación y cómo me afecta personalmente 🙂 ) y es éste: “Por que la gente brillante es la que más aplaza sus decisiones” (“Why Bright People Procrastinate the Most”). Se lo escribo aquí para que pueda leerlo, por supuesto recomendando ambos libros el de David Allen y el de Alberto Pena, así como el blog y los screencast de éste último. Muy útiles, muy próximos.
“En realidad, la gente más inteligente es la que tiene el mayor número de elementos por decidir, tanto en su vida como en sus listas. ¿Por qué?. Piense en como reacciona nuestro cuerpo ante las imágenes que tenemos en la mente. Es como si el sistema nervioso no notara la diferencia entre una idea bien definida y la realidad.
Para demostrarlo, imagínese entrando en un supermercado y dirigiéndose a la iluminada sección de frutas y verduras. ¿Ya ha llegado? Bien, pues ahora acérquese a los expositores de los cítricos: fíjese en el montón de limones. A su lado hay una tabla de cortar y un cuchillo. Coja uno de los limones y córtelo en dos. ¡Aspire el olor a cítrico! Es realmente jugoso y el zumo del limón gotea sobre la tabla. A continuación coja el medio limón y pártalo también por la mitad, de modo que el quede en la mano un cuarto de limón. Muy bien, ahora (¿recuerda cuando la hacía de niño?) póngase el cuarto de limón en la boca y ¡muérdalo!
Si me ha seguido con atención, probablemente habrá notado cómo aumentaba la cantidad de saliva en su boca. ¡Su cuerpo estaba intentando procesar el ácido cítrico! Y todo pasaba en su mente.
Si su cuerpo responde a las imágenes que usted le proporciona, ¡Como se sentirá físicamente cuando piense, por ejemplo, en pagar los impuestos? ¿Le estará mandando imágenes de algo sencillo, completo y de éxito? ¿Se verá a si mismo como un ganador? Seguro que no. Entonces, teniendo esto presente, ¿qué persona sería por lógica más reacia a recordar un proyecto como ése? En otras palabras ¿quién pondría más empeño en aplazar la decisión? Por supuesto, las personas más creativas, sensibles e inteligentes, ya que su sensibilidad les proporciona la capacidad de crear escenarios mentales escalofriantes sobre lo que supondrá el proyecto y las consecuencias negativas que se derivarán si no lo lleva acabo perfectamente. por eso se asustan y abandonan.
¿Quien no aplaza decisiones? Pues, por supuesto, las personas más insensibles, que se limitan a actuar sin pensar, sin ser conscientes de todo lo que podría ir mal, mientras que los demás se quedaría aun meditando cosas de todo tipo.
¿Hacer la declaración de la renta? ¡Dios mío! No va ser fácil y seguro que este año es distinto. He visto los formularios, parecen distintos. Seguro que hay nuevas normas y tendré que averiguarlas; tal vez tenga que leerme las instrucciones. ¿Declaración normal o simplificada? Probablemente querremos pedir devolución (formulario modelo 130), pero para ello tendremos que justificar gastos y eso significa presentar las facturas. Oh, Dios mío, no se si las tenemos todas… ¿Y si pedimos devolución sin tener las facturas y nos ha en una inspección? ¡Cielos, una inspección de Hacienda! ¡Iré a parar a la cárcel!
Así es como mucha gente se ve a si misma entre rejas nada mas mirar el formulario 130, porque son sensibles y creativos. Durante los muchos años que llevo asesorando todo tipo de personas, he observado ese patrón de conducta más veces de las que puedo recordar. Normalmente son las personas más brillantes y refinadas las que tiene las pilas más impresionantes de cosas por hacer, en la oficina, casa y en la cabeza. La mayoría de los ejecutivos con los que trabajo tienen en el mejor de los casos, varios proyectos complejos, grandes, amorfos, amontonados en carpetas o los estantes de la cabeza. Es como si continuamente tuvieran pensamientos raros escondidos en los recodos de la mente. (“¡Tal vez si no nos fijamos o no pensamos en los proyectos, estos se queden quietos!”)
¿Cual es la solución? Siempre estamos a tiempo de achisparnos. De adormecer el asunto, de silenciarlo. Fíjese en lo que le ocurre a mucha gente cuando les llega algo de alcohol al cerebro. En principio, debería reducir automáticamente su nivel de energía, ya que el alcohol es depresivo; pero, en cambio, el nivel de energía aumenta, por lo menos inicialmente. ¿por qué? El alcohol tiene que estar deprimiendo algo. Pues bien, está paralizando el discurso negativo y las imágenes mentales incómodas que les muestran como incapaces de hacer algo bien. Pero las “cosas” no desaparecen y, por desgracia, cuando nos adormecemos no podemos hacerlo selectivamente, de modo que la fuente de inspiración y el entusiasmo personal también se adormece.” (Organízate con eficacia. David Allen. Pág. 336-338. Empresa Activa. Colección Nuevos Paradigmas. 2009)
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