Se hace camino al andar…
Me encantan estas historias.
Las historias de sucesos azarosos que conducen a un desenlace buscado, mi vena transcendental se activa aún frente a ellos.
Cuando el año pasado decidí darme un respiro de la carrera de Medicina y «tomarnos un descanso» a ver si la echaba de menos 😉 decidí moverme en dos campos: las páginas webs y el mundo del celador/auxiliar en el campo sanitario. En el primer campo he tenido algún éxito, en el segundo también, pero no me enrollo más y cuento la historia:
Como parte de la búsqueda de empleo en el campo sanitario hice un curso de celador de FPO a principios del año. Había decidido por entonces que mientras encontraba algo en este sector me dedicaría a hacer páginas webs, que no se me da mal. Por azar, frente al centro donde se impartía el curso había una imprenta, así que decidí hacer en ella unas tarjetas de visita para promocionar la página de Diseño Web – Miguel de Málaga y como ya estaba en ello, hice otras tarjetas con la url de esta web y mi messenger para darlas por ahí. Cuando las tuve, di una a cada uno de mis compañeros y a los profesores del curso. Pero a una de ellas en concreto, la que le di a Ana, le escribí por detrás mi número de teléfono… es obvio el porqué no entraré en detalles :).
Algún tiempo después del curso, Javí, uno de mis amigos, consciente de mi búsqueda de trabajo en el sector sanitario me recuerda que en nuestro antiguo colegio, San Estanislao de Kostka, están convirtiendo la comunidad de los Padres Jesuitas en la enfermería de la Provincia Bética de la Compañía, y le sugiero que esté al tanto para entregar un curriculum cuando estuviera lista, pues él es profesor en el colegio. Esto quedó en una conversacíon sin trascendencia.
Hace unos quince días, Ana, la chica del curso, perdió su bolso en una discoteca de la costa, bolso que encontró un honrado chaval de mantenimiento que azorado por la cantidad de objetos personales que contenía el bolso (documentos, llaves, móvil…) se decidió por intentar contactar con la dueña, pero el móvil descargado no le permitía localizar un número así que el único teléfono que logró encontrar era uno escrito tras una tarjeta oscura de un tal Miguel de Málaga. Este hombre me llamó y yo procuré localizar a Ana como pude, sólo tenía su móvil y un email y lógicamente, puesto que el móvil estaba en el bolso perdido, éste no era una opción. Escribí infructuosamente varios emails a esta bella chica pelirroja, y me decidí finalmente una mañana a llamar al centro donde hicimos el curso para saber si tenían su número fijo. Allí no lo tenían, pero ya que había llamado, Lola, la secretaria del centro, aprovechó para hacerme las preguntas de seguimiento de rigor: si había trabajado o estaba trabajando desde el curso, etc. Yo le dije que no. Y ella apuntó el dato.
Esa misma tarde Manolo, el encargado de una residencia, buscaba a algúna persona que sustituyera a un compañero, que les dejó precipitádamente por un empleo en el sistema público, a tiempo para poder irse de vacaciones, pues si no encontraba refuerzo no podría irse. Puesto que había hecho un curso en el Centro Huelín, decidió llamar a éste para ver si sabían de alguien disponible. Lola le comentó que precisamente esa mañana había llamado un alumno y que no tenía trabajo aún. Manolo me llamó esa misma tarde, y al dia siguiente me hizo una entrevista y empecé a trabajar en esa residencia que temporalmente está situada en un hotel alquilado, mientras terminan las obras de la enfermería definitiva de los Padres Jesuitas en el Colegio San Estanislao…
– ¿Conoces a los Padres Jesuitas? – Me preguntó Manolo.
– Un poco, soy antiguo alumno del colegio… – Contesté yo.
Y como en las pelis de hechos reales, relato el epílogo:
Yo conseguí un contrato por un par de meses, como refuerzo en periodo de prueba y ampliable, en la enfermería por la que me había interesado hacía algún tiempo y de una forma completamente azarosa.
Manolo ha conseguido irse de vacaciones :). Todo va bien en la enfermería de los Padres Jesuitas en su ausencia, y la de Salva, aunque todos los residentes les echan de menos.
Cuando Ana dio de baja la tarjeta de su móvil y activó una nueva pude contactar con ella y recuperó su bolso con todo su contenido, incluido el dinero. ¡Olé! por el personal de la discoteca Maná en Puerto Marina.
Y tódo es un ciclo, como una serpiente que se muerde la cola…
Me encantan estas historias.
jeje, a pesar de k me contaras la historia en directo e tenio k cotillearla jajaja, me encantan este tipo de historias a ver si me ocurre algun dia alguna y la publicamos en tu web eje, bsitos
ENHORABUENA!!!! Ya no te dará tanto coraje aquella frasecita de Coelho sobre conspiraciones universales acerca de tus deseos. Me alegro mucho, miguelote