La paja en el ojo ajeno

El «padre» Alfonso López Trujillo, presidente del Pontificio Consejo para la Familia del Vaticano, entre otros muchos desatinos a los que nos tiene acostumbrados la cúpula de la Iglesia Católica tiene los huevos de decir lo siguiente:

«La objeción de conciencia se realiza sólo cuando un Estado no es totalitario, y si uno practica la objeción y es despedido entonces nos encontramos ante el más crudo de los totalitarismos» El Mundo, href=’http://www.elpais.es/articulo.html?xref=20050502elpepusoc_2&type=Tes&anchor=elpporsoc’ target=’_self’ class=’blog’ >El Pais

Esta afirmación la ha dicho a tenor de que el gobierno de este país haya negado el derecho de «objecion de conciencia» (es decir de desobediencia civil y de chantaje) a los alcaldes, etc que se nieguen a celebrar uniones de derecho entre homosexuales. ¿Acaso puedo yo enarbolar la «objeción de conciencia» para no pagar unos impuestos que se gastan según presupuestos con los que no estoy deacuerdo? No puedo, iria a la carcel.

Y acusa a nuestra democracia de «totalitarista» una institución absolutista anclada en las sistemas de gobierno medievales, que por sus santos cojones tiene que menospreciar y discriminar a un colectivo que no ha hecho daño a nadie nunca en su historia, que es mucho más de lo que puede decir la jerarquía eclesial de si misma, y que sólo pide poder amar en paz a quien le parezca con los mismos derechos que cualquiera.

No les escucho hablar de totalitarismos sobre los estados que condenan al hambre a millones de sus ciudadanos, ni han alzado su voz para condenar a aquellos que hicieron desaparecer a miles de personas y que aún siguen recibiendo comunión diaria, cuando deberian estar excomulgados por sus crímenes contra la humanidad. Claro, eran sus propios sacerdotes los que vulneraban el secreto de confesión para delatar a posibles disidentes en Argentina y Chile. Mientras otros sacerdotes hacian lo que podian para salvarlos, a pesar de sus «jefes». También podiamos hablar de obispos pederastas, por ejemplo, o de las violaciones de sacerdotes a monjas en África, todo resultado de la abominable visión sobre la sexualidad de la jerarquía eclesial, pero para que seguir.

Y mientras tanto, conozco amigos cristianos de cerca, y a otros cristianos de lejos, que se dejan la piel literalmente, para hacer de este mundo un mundo más justo, un mundo mejor. Avergonzados, mientras sus propios líderes les ignoran o incluso les mandan callar.

«Si doy comida a los pobres me llaman Santo, si pregunto por que no tienen comida me llaman comunista». Helder Cámara, obispo.

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